viernes, 15 de noviembre de 2013

La vida y muerte de un sueño jamás planeado.

La conocí, todo pasó demasiado rápido. La chica más interesante que hasta ahora he conocido y que mostraba interés en mi, así que decidí ir con todo lo que tenía y ella parecía estar de acuerdo, entonces pasó lo inevitable: Me enamoré. Decidí no usar los frenos y apostarlo todo por que creí que no tenía nada que perder. Por que para mí fue algo "mágico", por así decirlo y valía la pena el riesgo (Valió la pena). Fui tan feliz que no pude ver la velocidad y la fuerza que alcancé en ese corto periodo de tiempo.
Tampoco puedo estar del todo seguro de esto, pero parecía recíproco. Se sentía recíproco.

No quiero sacar conclusiones de lo que pasó después, de cuando me encontré una muralla tan grande y fuerte y a pesar de eso no quise detenerme por que creí que podría derribarla. Entonces me estrellé y todo se hizo pedazos, todo se vino abajo pero la muralla seguía ahí, únicamente para mi. Dolió como nunca, sigue doliendo, no me estrellé contra una muralla. Fue un impacto controlado hacia el terreno y la magnitud del golpe creó un cráter del que no me ha sido posible salir.

La ambigüedad que tiene para mi todo el asunto hace que mi mente y cuerpo crean que aún existe una posibilidad de que ella regrese por mi a sacarme del hoyo (aunque no tendría por qué hacerlo), esto que siento no se me pasa aunque ya debería. Ahora llevamos más tiempo separados que el tiempo que estuvimos juntos y ella lleva bastante tiempo pareciendo indiferente. Se siente indiferente. Como si nada hubiera pasado para ella.

No sé cuanto más me tomará levantarme, sólo queda tener paciencia para soltar el lastre una vez más, esta vez de manera permanente. Vienen cosas mejores, y si no vienen voy por ellas.

Necesito perder peso, necesito comprobar qué tan fuertes se han vuelto mis alas hasta ahora.






Queda pendiente la metáfora del gato encerrado.

miércoles, 30 de enero de 2013

Supongamos



Supongamos que puedes llevarte una cosa cuando mueras.
Entonces nada se crea ni se destruye y tampoco dura para siempre,
si la vida tiene un principio y un fin, es fuerza que la muerte también debe tenerlos.
Una parte de ti terminará su camino por la muerte y volverá a la vida.
Supongamos que esto es lo que se dice de la vida después de la muerte, después de la vida.
No hay manera de recordarlo por que todo lo que sabíamos se pierde, al morir el cuerpo.
Supongamos que tienes la ventaja de poder elegir y puedes volver a nacer siendo humano.
Te aferras a un recuerdo, cuando de algún modo has logrado conservarlo en tu camino hacia la muerte y de regreso.

Entonces las posibilidades se vuelven infinitas.



Supongamos que existe una manera de lograrlo.
Será el comienzo de una historia extraordinaria.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Tomando Prestado

Te quiero tal y cómo eres, cómo eres en mi mente. Pero no puedo imaginarte con toda tu complejidad, toda tu perfección, toda tu imperfección. Te quise más de lo que necesario. Te echo de menos más de lo que puedo soportar, pero hemos tenido nuestro tiempo juntos. Tengo que dejarte ir.

lunes, 3 de octubre de 2011

Planes

Pues resulta que corrí 8 km, los últimos metros dí con todo mi esfuerzo y cuando por fin terminé estaba completamente exhausto de pies a cabeza, sólo había una parte de mí que conservaba aún más fuerza que nunca.

Otra teoría se me vino abajo, no destruiste mi corazón después de todo.

sábado, 14 de mayo de 2011

La causalidad de una casualidad.

Estaba ahí, sentado en el interior del vehículo esperando, pues habíamos quedado mis amigos y yo de vernos en ese lugar para ir a cenar, pero yo decidí llegar un poco antes. Acompañado por la música, empecé a divagar, a inventar una que otra historia, de esas que empiezan así: "que pasaría si yo... o si en vez de eso yo..."

Por fin, después de algunos minutos se acercó un vehículo, pero no, no eran ellos, así que volví a divagar en mis pensamientos y como una cosa siempre lleva a otra me acordé de ella: "que pasaría si ella estuviera aquí.. y si yo..". Seguí así varios minutos hasta que empecé a sentir una extraña necesidad de huir, de moverme, pues la torre de recuerdos reales e inventados que estaba constuyendo se venía abajo y poco a poco el peso me aplastaría. Ya casi era media noche, encendí el vehículo y avancé, mi cuerpo sabía a donde tenía que llevarme pero mi mente no quería darse cuenta, llegué tan pronto como pude al paradero de autobuses, y en perfecta sincronización me detuve al lado de uno que parecía ser el último que arribaría esa noche.

Me imaginé entonces de qué se trataba el asunto, supuse que era un tipo de encuentro que ni por muy planeado se hubiese podido llevar a cabo con éxito: Ella bajando del autobús que la traería a casa, y yo ahí en el lugar y momento precisos. Aún así, me quede quieto viendo como bajaban del autobús cada uno de los pasajeros; "Es una estupidez, estoy perdiendo mi tiempo" pensé, mientras observaba a las personas que seguían bajando únicamente para asegurarme de que no pasaba nada fuera de lo común y luego poder largarme ya de ahí, pero lo que pronto vi hizo que se me enfriara toda la sangre al mismo tiempo que recibí un escalofrío que me paralizó todo el cuerpo, luego, el tiempo se detuvo en ella, bajando.

Todas las voces de mi cabeza empezaron a decir: "Haz esto", "o esto", "mejor esto otro", ninguna parecía ser una buena idea, así que subí las ventanas, el volumen de la música y aceleré hasta perder de cualquier vista la patética escena. Estacioné el coche y salí inmediatamente, necesitaba aire, necesitaba gritar, caminé unos metros y di algunas vueltas en círculos, necesitaba calma, no entendía lo que estaba pasando, luego dí media vuelta regresé al coche. Todo era confusión -¿Cómo es esto posible?, dije, -Olvídalo, entiérralo, bloquéalo. Lo que terminó callando a todos mis pensamientos fue esa sensación que se tiene después de haber despertado de una pesadilla, algo así como: "Aquí no ha pasado nada, olvídalo y lárgate".

¿Una señal, una conexión o una simple coincidencia?

jueves, 14 de abril de 2011

¿Si somos mentiras, en máscaras nos convertiremos?

Anoche tuve un sueño muy extraño y por la mañana, cuando estuve seguro de estar despierto la primera reacción que tuve fue levantarme de la cama como un loco que perseguía a alguien o a algo, corriendo como si tuviese el tiempo contado, pero lo encontré y lo atrapé.
La verdad no estaba seguro de lo que buscaba pero si sabía donde encontrarlo, en el espejo; así que me detuve y miré dentro de él y detenidamente observé al que estaba ahí viéndome, y si de algo estuve seguro es que no era yo, lo sabía desde hacía varios despertares pero nunca me dí la oportunidad de confrontarlo.
Debo admitir que no aguanté esa mirada tan profunda y llena de respuestas, y presa del pánico, regresé corriendo por donde llegué para convertir mi cama en un escondrijo; poco después me sentí un estúpido por haber huido, por haberle dejado escapar a ese que tal vez era un impostor, o tal vez era yo.

miércoles, 6 de abril de 2011

La pesadilla que encarnó en un "animal".

No estoy seguro de la fecha, era joven tal vez tenía unos dieciséis años, recuerdo el cansancio y aunque aún no llegaba la noche me encerré en mi cuarto, apagué la luz y me metí a la cama seguro de que Hipnos no tardaría en llegar, y así fue. Supongo que no pasó mucho tiempo cuando sentí algún animal dar un salto hacia mi cama para luego acostarse sobre mis pies, sin duda el suceso me despertó pero sin mucha preocupación traté de estirar las piernas para que “eso” cayera de la cama, se fuera y yo siguiera durmiendo.

Estaba despreocupado confiando en que era “la peque”, nuestra mascota, una cocker spaniel que tenía la mala costumbre de meterse a la casa por cualquier puerta o ventana abierta para después ir a dormir sobre alguna de las camas, cuando repentinamente tuve un recuerdo nada agradable que llegó partiendo como un rayo a todos mis demás pensamientos, tan importante que abrí los ojos y sentí el repentino acelerón de mi respiración y mis latidos: “la peque” llevaba perdida algunos días, o alguien se la había robado, el punto es que ella no podía ser eso que estaba acomodándose en mi cama. Enseguida traté de levantarme para ver qué demonios estaba pasando pero no pude hacerlo, estaba paralizado y comenzó lo peor, la cosa comenzó a avanzar sobre mi cuerpo.

Podía sentir su peso pero no su forma, caí presa de la desesperación al no poder moverme, y también del miedo, se me ocurrió dar un grito, pues mi hermana estaba en la habitación contigua y seguro vendría a ver qué estaba pasando pero tampoco funcionó, fue como gritar debajo del agua, sabía que estaba gritando pero también sabía que nadie me podía oír, ni siquiera yo mismo.
La cosa ya había llegado a mi pecho y fue entonces cuando lo vi y me di cuenta de que también me miraba: parecía la cabeza sin piel de un conejo, pero no era un animal, eran muchos animales o pedazos de ellos, ninguno tenía piel y formaban una bola de carne hecha de patas, cabezas y viseras, me percaté de que ya no me estaba tocando pues de alguna manera se sostenía a unos cuantos centímetros de mi pecho, ya no sentía su peso sobre mi cuerpo y pude moverme, lo avente con las manos, aunque supe que ni siquiera lo toqué vi como cayó al final de la cama.

Rodé hacia un lado y me senté a la orilla, me costaba trabajo respirar y sentía escalofríos, no podía dejar de pensar en todo lo ocurrido, tampoco sabía si estaba a salvo o no y extrañamente no me interesaba, luego alguien abrió una puerta, estaba conmigo, me estaba hablando, tardé en reaccionar. Era mi hermana, encendió la luz y para cuando me recuperé, todo se volvió confuso.