Anoche tuve un sueño muy extraño y por la mañana, cuando estuve seguro de estar despierto la primera reacción que tuve fue levantarme de la cama como un loco que perseguía a alguien o a algo, corriendo como si tuviese el tiempo contado, pero lo encontré y lo atrapé.
La verdad no estaba seguro de lo que buscaba pero si sabía donde encontrarlo, en el espejo; así que me detuve y miré dentro de él y detenidamente observé al que estaba ahí viéndome, y si de algo estuve seguro es que no era yo, lo sabía desde hacía varios despertares pero nunca me dí la oportunidad de confrontarlo.
Debo admitir que no aguanté esa mirada tan profunda y llena de respuestas, y presa del pánico, regresé corriendo por donde llegué para convertir mi cama en un escondrijo; poco después me sentí un estúpido por haber huido, por haberle dejado escapar a ese que tal vez era un impostor, o tal vez era yo.
jueves, 14 de abril de 2011
miércoles, 6 de abril de 2011
La pesadilla que encarnó en un "animal".
No estoy seguro de la fecha, era joven tal vez tenía unos dieciséis años, recuerdo el cansancio y aunque aún no llegaba la noche me encerré en mi cuarto, apagué la luz y me metí a la cama seguro de que Hipnos no tardaría en llegar, y así fue. Supongo que no pasó mucho tiempo cuando sentí algún animal dar un salto hacia mi cama para luego acostarse sobre mis pies, sin duda el suceso me despertó pero sin mucha preocupación traté de estirar las piernas para que “eso” cayera de la cama, se fuera y yo siguiera durmiendo.
Estaba despreocupado confiando en que era “la peque”, nuestra mascota, una cocker spaniel que tenía la mala costumbre de meterse a la casa por cualquier puerta o ventana abierta para después ir a dormir sobre alguna de las camas, cuando repentinamente tuve un recuerdo nada agradable que llegó partiendo como un rayo a todos mis demás pensamientos, tan importante que abrí los ojos y sentí el repentino acelerón de mi respiración y mis latidos: “la peque” llevaba perdida algunos días, o alguien se la había robado, el punto es que ella no podía ser eso que estaba acomodándose en mi cama. Enseguida traté de levantarme para ver qué demonios estaba pasando pero no pude hacerlo, estaba paralizado y comenzó lo peor, la cosa comenzó a avanzar sobre mi cuerpo.
Podía sentir su peso pero no su forma, caí presa de la desesperación al no poder moverme, y también del miedo, se me ocurrió dar un grito, pues mi hermana estaba en la habitación contigua y seguro vendría a ver qué estaba pasando pero tampoco funcionó, fue como gritar debajo del agua, sabía que estaba gritando pero también sabía que nadie me podía oír, ni siquiera yo mismo.
La cosa ya había llegado a mi pecho y fue entonces cuando lo vi y me di cuenta de que también me miraba: parecía la cabeza sin piel de un conejo, pero no era un animal, eran muchos animales o pedazos de ellos, ninguno tenía piel y formaban una bola de carne hecha de patas, cabezas y viseras, me percaté de que ya no me estaba tocando pues de alguna manera se sostenía a unos cuantos centímetros de mi pecho, ya no sentía su peso sobre mi cuerpo y pude moverme, lo avente con las manos, aunque supe que ni siquiera lo toqué vi como cayó al final de la cama.
Rodé hacia un lado y me senté a la orilla, me costaba trabajo respirar y sentía escalofríos, no podía dejar de pensar en todo lo ocurrido, tampoco sabía si estaba a salvo o no y extrañamente no me interesaba, luego alguien abrió una puerta, estaba conmigo, me estaba hablando, tardé en reaccionar. Era mi hermana, encendió la luz y para cuando me recuperé, todo se volvió confuso.
Estaba despreocupado confiando en que era “la peque”, nuestra mascota, una cocker spaniel que tenía la mala costumbre de meterse a la casa por cualquier puerta o ventana abierta para después ir a dormir sobre alguna de las camas, cuando repentinamente tuve un recuerdo nada agradable que llegó partiendo como un rayo a todos mis demás pensamientos, tan importante que abrí los ojos y sentí el repentino acelerón de mi respiración y mis latidos: “la peque” llevaba perdida algunos días, o alguien se la había robado, el punto es que ella no podía ser eso que estaba acomodándose en mi cama. Enseguida traté de levantarme para ver qué demonios estaba pasando pero no pude hacerlo, estaba paralizado y comenzó lo peor, la cosa comenzó a avanzar sobre mi cuerpo.
Podía sentir su peso pero no su forma, caí presa de la desesperación al no poder moverme, y también del miedo, se me ocurrió dar un grito, pues mi hermana estaba en la habitación contigua y seguro vendría a ver qué estaba pasando pero tampoco funcionó, fue como gritar debajo del agua, sabía que estaba gritando pero también sabía que nadie me podía oír, ni siquiera yo mismo.
La cosa ya había llegado a mi pecho y fue entonces cuando lo vi y me di cuenta de que también me miraba: parecía la cabeza sin piel de un conejo, pero no era un animal, eran muchos animales o pedazos de ellos, ninguno tenía piel y formaban una bola de carne hecha de patas, cabezas y viseras, me percaté de que ya no me estaba tocando pues de alguna manera se sostenía a unos cuantos centímetros de mi pecho, ya no sentía su peso sobre mi cuerpo y pude moverme, lo avente con las manos, aunque supe que ni siquiera lo toqué vi como cayó al final de la cama.
Rodé hacia un lado y me senté a la orilla, me costaba trabajo respirar y sentía escalofríos, no podía dejar de pensar en todo lo ocurrido, tampoco sabía si estaba a salvo o no y extrañamente no me interesaba, luego alguien abrió una puerta, estaba conmigo, me estaba hablando, tardé en reaccionar. Era mi hermana, encendió la luz y para cuando me recuperé, todo se volvió confuso.
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